Uno de los retos que más me han costado en la edición de mi primer fotolibro, Y AL FIN VOLAR, es la fase de encuadernación.

Y AL FIN VOLAR tiene cierta complejidad de encuadernación que hacen que el trabajo no se pueda automatizar fácilmente. El libro lleva páginas en papel vegetal, otras páginas troqueladas, etc. La inclusión de un negativo fotográfico al final del libro hacen aún más complejo el trabajo.

Por otro lado, tenía mucho interés en que el proyecto tuviese un cierto carácter social pero, la verdad, no sabía muy bien cómo hacerlo. 

Como por casualidad, o no, charlando con mi amiga Susana Martinez, me habló de los talleres ocupacionales de encuadernación de Caritas en Vitoria-Gasteiz ubicados en el barrio de Abetxuko. Ya desde la primera visita a los talleres me enamoré de su trabajo. Y, en seguida, tomé la decisión de que Y AL FIN VOLAR pasase por las manos de todas las personas que en esos momentos se formaban en el taller ocupacional. Personas con muy diversos orígenes que están buscando una oportunidad entre nosotros y que el taller de Cáritas les proporciona las herramientas necesarias.

Tras una fase inicial intensa de formación todos los miembros del taller se han puesto manos a la obra y, con todo el cariño del mundo, están haciendo un trabajo minucioso bajo la supervisión de Susana. 

Los que ya tenéis un ejemplar de mi fotolibro habréis podido comprobar la calidad del trabajo que están realizando. Los que no, todavía tenéis la oportunidad de adquirirlo y, además, aportar vuestro granito de arena, por esta buena causa.

No sería justo dejar de mencionar a Zigor (de Zigor Encuadernación) y a Nahikari Mora de Haz, sin cuya ayuda no abría podido alcanzar el objetivo de publicar mi primer fotolibro.